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Una mujer poderosa

Parafraseando el nombre de su programa, compartimos una charla con la comunicadora María Gomensoro: una mujer que construye su realidad desde sus convicciones.

Entrevista a María Gomensoro

Nos recibe al terminar su rutina de ejercicios, actividad que realiza todos los días y que los fines de semana suma partidos de hockey.

Vive en los barrios privados desde 2006. «Cuando recién estaba la idea de este sueño, se vinieron a vivir aquí tres familias: los Alonso, los Otero y los Gutiérrez. Veníamos los fines de semana a comer asados. No había nada, era la cancha de golf y cuatro casas», recuerda. Agrega que lo que siempre le encantó del barrio «es ese verde tan amplio, tan bien diseñado que parece que las casas están como más dispersas». Desde el primer día sintió que estaba en el campo. No le molesta ir y venir, más teniendo en cuenta que está a 15 minutos de Montevideo. «Ahora tenés todos los servicios, en esa época ni siquiera Parque Miramar tenía el desarrollo que tiene ahora», piensa en voz alta.

La familia

Creció en una familia numerosa, «con un papá amante de la ópera, el teatro y la cultura, y una madre hiperactiva, con una fuerte vocación docente. La mesa era siempre una tertulia de temas variados, no importaba ni el día ni la hora, todo se discutía y se debatía…», así se presenta en su web. De hecho, el apellido paterno de María es muy conocido por la casa de Remates Gomensoro.

Sobre su vida nos cuenta: «perdí a mi mamá cuando tenía 21 años, o sea que nunca me vio desarrollarme en esto». Y es que los planes de María no se parecían a la vida que ha vivido. Iba a ser diseñadora de interiores y estudió para eso. «Con mi hermano mellizo (Luis) a los 16 años tomábamos clases de historia del arte y del mueble con Juan José De Arteaga. Estaban todas las señoras y nosotros dos», recuerda entre risas. Respecto a su desarrollo como comunicadora, dice que la educación de su familia fue clave.

María es mamá de Abril de 20, Joaquina de 17, Aitana de 11 y Timoteo de 9 años. «Dos de mis hijos nacieron en esta casa y también me casé acá», relata. Abril, su hija mayor, vive y estudia en España. Debido a la pandemia se canceló el viaje que tenían previsto en marzo y María confiesa que ha sido difícil esa distancia impuesta, distancia que se va acortando ya que pronto podrán reunirse en Uruguay para las fiestas.

Los paseos familiares también tuvieron que tomarse un receso. Según nos cuenta, desde hace 7 años se van en auto a Argentina a esquiar. Disfrutan de la nieve y de un deporte que les encanta. Suelen ir a Las Leñas, Chapelco o Bariloche.

Hockey toda la vida

Hablando de deportes, apenas comenzó la charla, María mencionó el hockey, con el que tiene un vínculo muy fuerte. «Jugué toda la vida», nos cuenta. A los 25 lo dejó por la maternidad y el trabajo, pasados los 30 retomó, y a los 36 años volvió con todo.

Juega en dos equipos: uno de mami hockey, el Old Girls, y otro que es en Intermedia B (de 11 jugadoras) y se llama «Viejas, las pelotas», integrado por mujeres que van de los 22 a los 58 años. De este equipo tan especial en su vida cuenta que «somos un grupo muy heterogéneo que jugamos juntas desde hace 7 años. Es un sentimiento, he encontrado personas divinas en este deporte, y con algunas nos conocemos desde el colegio», concluye sobre una de sus pasiones.

De la decoración a la comunicación

Una vez que María Gomensoro comenzó en los medios de comunicación sus planes cambiaron. «Fui largando la idea de ser decoradora», cuenta, y comenta que le sigue gustando la decoración, pero la tiene bastante relegada.

El programa Estilo de Canal 10 fue su debut televisivo en 1999 y el encuentro con su vocación actual. «Después de Estilo, me fui a vivir a Estados Unidos tres años. Mi vuelta a la televisión fue en Canal 12, pero en un rol más periodístico y con un abordaje más social», resume, sobre sus primeros años en la comunicación.

Adelantada a su época, se preparó haciendo talleres online con Hernán López Echagüe, un periodista, docente y escritor argentino, conocido entre otras cosas, por la investigación y biografía política de Eduardo Duhalde, uno de los libros más vendidos en la década de los 90.

Durante 13 años estuvo en el programa Consentidas de Canal 10 conducido junto a Emilia Díaz y Carolina García, quien más tarde fue reemplazada por Sara Perrone. «En realidad, Consentidas empezó en radio y fue como el master. Siempre digo un poco en broma, que los comunicadores y periodistas tendríamos que pagar para ir a la radio, porque es un gimnasio de actualidad», cuenta. Sobre su alejamiento, dice que fue una decisión meditada. «Decidí independizarme e ir por otros caminos. El programa empezó a mutar volviéndose más de entretenimientos y me sentí como repetida».

Poderosas

«Me llamaron de la productora Oz por un proyecto que era para TNU. Justo en este primer año de gobierno no quería estar asociada a los medios del Estado, pero en el momento que me empiezan a contar del programa, acepté, con la condición de participar en la producción periodística, porque amo la entrevista», relata, mientras nos muestra su cuaderno de apuntes con el que prepara cada entrevista.

Tiene muy claro lo que quiere que mostrar en Poderosas: mujeres que lograron ser las mejores en lo suyo, «mujeres que sin saber que iban a terminar siendo las mejores, lo hicieron igual». Durante el ciclo fue tema reiterado que «las mujeres somos muy autoexigentes, y en ese afán por ser perfectas, nos hacemos autoboicot. Estas mujeres poderosas me enseñaron eso», confiesa.

Por el ciclo pasaron la cantante Laura Canoura, Sylvia Chebi, co-fundadora de ThalesLab, la poetisa Ida Vitale, la abogada Verónica Raffo e Ida Holtz, pionera en internet, entre otras. También tuvo la posibilidad de recorrer las visiones de los partidos políticos más representativos a través de sus parlamentarias «y ver cómo, más allá de las diferencias, lo que las mueve, tiene que ver con ser mujer. Es importante visibilizar eso en un momento donde se habla de grietas. Los comunicadores podemos ser grandes articuladores y tenemos la responsabilidad de unir», dice convencida.

Amor por la radio

Nos quedó claro que María Gomensoro encontró en la radio una pasión, que como bien nos cuenta, le sirvió de escuela y marcó sus preferencias profesionales. «En la radio tenés otra libertad y más en una tarde que no está el rigor del día a día. Podés ponerle nombre y apellido a realidades que no están en la agenda de la mañana», explica, enfatizando que «la radio te da prestigio, te acerca a la gente, y es como un termómetro de las cosas que van pasando».

Sin embargo, el proyecto en la radio se vio truncado cuando «el 19 de marzo con la pandemia cortaron todo», recuerda. «Yo ya estaba saliendo desde Sarandí del Yí, donde me quedé tres meses. Me trajo mi marido de vuelta, ya que por mí, me quedaba feliz allá en el campo. Me costó muchísimo ese último programa, se me caían las lágrimas, era algo que amé mucho y tenía mucha pasión puesta ahí». Este corte inesperado hizo que la comunicadora se enfocara en internet y «todo lo que tenía producido para la radio, lo empecé a hacer en mi blog, proponiendo mis redes como un servicio para difusión. Una plataforma de noticias, cultura, agenda, de todo lo que pasa y de cosas que me pasan a mí también. En la radio hacía mucho editorial, me alentaban a eso. Editorializar sin caer en un acto de soberbia es un ejercicio de honestidad y sinceridad, no es una verdad absoluta, sino un punto de vista que intenta aportar una opinión», comenta, refiriéndose al tono de la comunicación que propone en su espacio.

Su mundo online

Además de mariagomensoro.com, esta comunicadora tiene una presencia constante en las redes sociales. Cuenta que desde allí aporta a la conversación: «me pasó que un programa hablaron de la trata de blancas, un término en desuso, ya que lo correcto es referirse a la trata de personas; no son solo mujeres las víctimas, son hombres, mujeres, adolescentes y niños en situación de vulnerabilidad que son desconectados de su comunidad y a los que se les quitan derechos fundamentales». Fue a través de un tweet que hizo notar este gran error conceptual.

Desde su rol de comunicadora considera que el uso de los términos correctos colabora a visibilizar realidades. Comenta que algo similar sucede con la violencia de género. «Durante mucho tiempo se habló de crimen pasional. En el 2008 fuimos parte del aprendizaje y la incorporación de conceptos que desnaturalizan esa violencia y ponen el foco donde hay que ponerlo, por ejemplo con el femicidio. ¿Por qué se tipifica como femicidio? Porque alrededor de ese crimen o de esa víctima hay una familia y una dinámica que hay que visibilizar. Como comunicadores tenemos que ser responsables con las palabras», subraya.

Le encanta Twitter y sobre su experiencia comenta que se hizo amigos que no conoce personalmente, «twitteros con los que estamos en las antípodas ideológicamente, y sin embargo, tenemos un respeto y un dialogo que te enseña a discutir en la diferencia. Eso lo tenemos que aprender”, reflexiona.

CanastasUy

María participó muy activamente de esta iniciativa que surgió a partir de un grupo de amigos y se extendió rápidamente llegando a todo Montevideo y al interior del país con la consigna #quenofalteunplato.

Sobre la posibilidad de abrazar una causa y ayudar a quienes más lo necesiten, manifiesta que «el voluntariado te ordena, te nivela la energía y te hace mirar las cosas desde una perspectiva más creativa. En definitiva, nos hace mejores personas y es la mejor pastilla antidepresiva».

En el marco de las actividades desarrolladas por CanastasUy, María pudo vivir la experiencia de conocer la cárcel de mujeres y el Comcar junto a su colega Denisse Legrand y la organización «Nada crece a la sombra». La realidad de las cárceles como muchas otras realidades sintió el impacto de la pandemia, ya que debido a la superpoblación, se generó un déficit nutricional que debió ser contemplado por organizaciones ya involucradas en ellas como «Nada crece a la sombra», y por iniciativas solidarias como CanastasUy que llegaron para aliviar los problemas más urgentes de la sociedad.

«Fue una experiencia muy impactante, al punto que quise escribir sobre ella y todavía no he podido», reconoce. «No es algo que les pasa a otros, es parte de la sociedad en la que vivimos y de la que debemos hacernos cargo», reflexiona. En cuanto a esta población en particular, plantea la necesidad de involucrarse, de aportar para que esto cambie.

¿Estamos iguales?

Conociendo su activismo y el aporte que como comunicadora y como mujer ha brindado al tema de la igualdad de género, le pedimos a María que desde su perspectiva nos diera un estado de situación.

«Somos una generación bisagra. Lo veo en mis hijas, ellas nos educan permanentemente en la igualdad. A una de ellas le encanta el skate y va a la pista donde hay tres nenas y el resto son todos varones. No por eso le impido ir — mi madre lo hubiera cuestionado — nosotras no. Cuando veo que viene el cuestionamiento salta la alarma: soy una activista, militante por la igualdad y la educación empieza en mi casa», explica desde la vida cotidiana y por su propio aprendizaje. Entiende que es su generación la que puede desnaturalizar esas cosas.

Ve positivamente la realidad, pero reconoce que todavía falta mucho para la igualdad entre hombres y mujeres. De hecho, en Poderosas hizo dos entrevistas puntuales en las que se trató el tema de la mujer en las empresas, «con datos arriba de la mesa para entender cómo la mujer aporta más de un 7% al PBI cuando es fuerza laboral. La cuestión es que seguimos trabajando para llegar a los lugares de decisión, y todavía hay muchos ámbitos que siguen siendo muy masculinos», explica. Menciona a la política como uno de ellos, donde aún es necesario hacer valer la ley de cuotas. Desde su punto de vista, «cada vez a más mujeres se les está dando la chance de demostrar que están preparadas».

Los días de María

«Nos levantamos con mi marido 6.15 de la mañana, despertamos a nuestros hijos 6.45, les damos el desayuno y 7.30 los llevo al colegio. Entreno todas las mañanas, además de las prácticas de hockey, y sobre las 11 arranco con el trabajo, siempre con la radio prendida», cuenta.

Es de mirar poco los informativos en televisión, le gusta más leer los diarios. Una buena parte del día se está informando y trata de trabajar en los horarios en que sus hijos están en el colegio. «Siempre estoy pensando en algo», comenta. Ahora por ejemplo, está generando contenidos para el verano y desarrollándose de forma más independiente.

Pasando raya al 2020

A modo de balance, le preguntamos a María qué cosas destaca de la sociedad uruguaya, a nivel mundial y también en un plano más personal.

«Como sociedad ojalá nos quede el aprendizaje de que cuando colaboramos en conjunto somos una potencia. Haber podido hacer lo que hicimos en el momento de la pandemia (encerrarse en sus casas voluntariamente los que podían hacerlo, para que los demás pudieran seguir trabajando y todo siguiera funcionando), demuestra el poder de la comunidad, a la que solo le falta trascender el aprendizaje para poder articularlo», rescata, refiriéndose a la libertad responsable con la que contamos los uruguayos, a diferencia de otros países.

A nivel global y humano, cree que «más allá de los que toman las decisiones, nosotros, la comunidad, somos los que tenemos el verdadero poder cuando nos unimos». Destaca ejemplos que van a quedar para la historia como CanastasUy: «una iniciativa donde trabajó gente de todos lados y puso en el centro al ser humano», remarca, agregando que «para los que creemos en Dios, fue como un llamado: si la humanidad no se une, se autodestruye», resume desde la fe.

En el plano personal, María se refiere a «mi tiempo, que vale y lo cuido mucho, antes no lo hacía tanto. Disfruto esta entrevista, leer, ver a mis hijos, todo… Y además de mi salud y la de todos los que me rodean, de tener lo que tengo y de la posibilidad de ayudar».

Para 2021 no tiene proyectos en medios, el objetivo es retomar su blog. Terminará el año en familia, ya sea en La Paloma, donde pasan los veranos, o quedándose en su casa, pero más que nada atenta a lo que sucede con la pandemia «y a lo que las autoridades nos pidan».

Recomendados de María Gomensoro

Para los amantes de la lectura y las buenas historias, aquí van algunas de sus sugerencias.

Libros: «La vida mentirosa de los adultos», Elena Ferrante / «El continente olvidado: la historia de una nueva Latinoamérica», Michel Reid / «La casa de las siete mujeres», Leticia Wierchowski
Series y películas de Netflix: «El candidato» / «Gambito de Dama» / «Borgen» / «Friends» / «Rebecca»

mariagomensoro.com
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